Todavía no tengo la suerte de conocer este destino, así que consulté a Silvia Venegas, argentina radicada en la zona, para que compartiera todos sus tips. Así cuenta Silvina:
Me mudé por segunda vez a Copenhague en abril del 2021, pero la conozco desde
1998 cuando me mudé por primera vez. Tengo marido e hijos daneses y durante los
últimos 20 años viví con un pie en Dinamarca y otro en Argentina. Así que lo mío ya no
es enamoramiento pasajero sino un amor maduro, llevamos años conociéndonos, con
idas y vueltas, con épocas brillantes y otras de sombras.
Esta no es una guía típica de Copenhague, sino un relato de lo que más me atrae a mí
de Copenhague.
Definitivamente, la mejor época para visitar la ciudad es de mayo a septiembre. En esos
meses es super verde, está llena de flores, cafés y festivales. Pero sobre todo, tiene un clima agradable, días muy largos y muchísima luz. En octubre también es preciosa ya que te muestra su versión otoñal en amarillo y rojo, pero ya hay que abrigarse lindo. El resto del año es prácticamente todo invierno. En ese tiempo Copenhague te invita a la introspección, encender muchas velas, leer, poner fuego en el hogar, tomarse un vino con amigos, y todo eso que define el “hygge” danés.
Algo que me encanta es que la ciudad está llenísima de lagos. En casi todos los barrios hay alguno, siempre poblados de patos, gansos, cisnes y todo tipo de aves super amistosas.
Igual que con los lagos, por todos lados encontrás parques. Algunos son también cementerios, y eso siempre me llamó la atención por lo inusual. Si nuestra idea de cementerio es un lugar triste, gris y lúgubre, estos cementerios-parque son todo lo contrario.Verdes, repletos de flores, parquizados y decorados con elegancia.
Si te vas un poco fuera del centro, encontrás muchísimos bosques. Son espacios verdes bastante agrestes, con árboles y caminos de tierra insertados en medio del paisaje urbano. Cuando entrás a alguno, sentís que estás en pleno campo estando a 5 minutos de una avenida transitada. Son perfectos para caminar en silencio y poner la mente en blanco.\n
¿Querés menos naturaleza y algo más de ciudad-ciudad? Bueno, no podés dejar de
visitar el puerto de Nyhavn, y sacar la foto típica de casitas de colores. El lugar es precioso, lleno de cafés y de onda, pero es muy turístico y hay siempre un mundo de gente.\n
En la parte vieja de la ciudad también podés recorrer las peatonales y muchas callecitas divinas y entreveradas. Me encanta perderme entre edificios antiguos de colores pasteles, todos muy simétricos.
Cada tanto tenés una “plaza” (sin pasto pero con adoquines) en algún espacio abierto
entre edificios bonitos. Y siempre están llenas de cafés con sus mesitas al aire libre y a
menudo, música en vivo. Siempre me divierte ver que los cafés y restaurantes tienen
mesas afuera a pesar del clima, y te proveen mantitas y estufa para combatir el frío en
las épocas invernales.
Algo que siempre me llama la atención es la enorme cantidad de bicicletas que ves por
doquier. Hay bicisendas en casi todas las calles, con semáforos propios y carriles para doblar, y los estacionamientos de bicis son un espectáculo de ruedas y manubrios. Los daneses nacen con la bici puesta, se mueven en bici desde que tienen 4-5 años y hasta pasados los 80. Posta, no estoy exagerando. No les importa el mal tiempo, la lluvia ni la oscuridad del invierno.
Un paseo que me encanta son los Jardines de Tívoli. Es un parque de diversiones,
pero al margen, el paseo por los jardines es espectacular, lleno de flores y de restaurantes preciosos.
Y si tenés la suerte de estar en Copenhague a fines de abril, no te podés perder el
Camino de los Cerezos en el Parque Bispebjerg (que también es cementerio) y caminar
debajo de ese techo de flores de cerezo rosas que te caen encima como lluvia. Es
único.
Si querés salir de Copenhague y recorrer un poco de Dinamarca, te dejo una lista de mis paseos preferidos:
-El Castillo de Egeskov, en la isla de Fyn, el más romántico de lejos.
-El puerto de Dragør, con sus casitas en los techos de las casas para ver llegar los
barcos.
-La ciudad de Æroskøbing en la isla de Ærø, un verdadero paisaje de cuento de hadas.
-El Castillo de Frederiksborg, el más grande, imponente y lleno de historia.
-Skagen, la punta norte de la península donde se juntan los dos mares.
-Svendborg y Faaborg, dos ciudades superpintorescas.
¡Gracias, Silvina!
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