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Mi paz mental

En el momento, ninguno de los dos sospechaba que esta era la mejor historia que podíamos escribir o el mejor partido que podíamos ganar; y durante el tiempo que estuvimos separados, nadie podía asegurarme que volveríamos a encontrarnos. Así es la vida; hay que amigarse con la incertidumbre... pero ¡cómo cuesta!

Les cuento cuáles fueron las herramientas que me ayudaron a mí a mantener la paz:

-mis pilares: la familia y mis amistades, apoyo incondicional. En cuanto a mis amigas, hubo la que me hacía el aguante en el boliche, la que me ofrecía visitarme en casa o invitarme a la suya para charlar, la que me ayudaba con un consejo o con un chiste -santo remedio- para mejorar el humor. Cada uno desde su lugar y con lo que pudo en su momento, me ayudó. Por mi parte, tuve que aprender que no podemos pretender todo de la misma persona. La amiga con tres hijos quizás no va a poder acompañarte al boliche y de pronto está la que no da tan buenos consejos pero tiene el mejor de los oídos -y hombros- para ofrecer.

-la espiritualidad: personalmente, la oración me dio una paz que no encontré en otro lado. Ya les conté de mi devoción hacia la Virgen de la Medalla Milagrosa. En Ella encontré alivio y sosiego. No puedo no nombrarla, me sentiría egoísta si no la compartiera con ustedes.

-la terapia: mi psicóloga me acompañó en cada etapa del camino. Me ayudó a cuidarme y estar consciente de dónde estaba parada, muy conectada con mi interioridad. Les paso su dato encantada.

-la lectura: desde ficción para pasar las horas o artículos de Joan Garriga o Virginia Gawel, tan profundos y llenos de sentido. Sin dudas, una caricia al alma.

-las series: las noches en que no quería salir de la cama, Downton Abbey y Grey's Anatomy fueron fieles compañeras. Sex and the City también ayudó.

-mis sobrinos: esas tardes de domingo interminables, no había mejor programa que salir con ellos a pasear, tomarnos un helado y olvidarme del mundo...

Ningún ítem de la lista hace magia. Tampoco se trata de negar o tapar el dolor; pero sí de atravesarlo con fuerza y entereza, y estos fueron los salvavidas que tuve yo. ¿Cuáles son los tuyos?

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