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La carga


El acto de "cargar" tiene connotación negativa. Y sí: la RAE lo define como "poner o echar peso sobre alguien o sobre una bestia". ¿Leyeron? "Sobre una bestia". A veces, cuando estamos muy cargados nos sentimos un poco eso: titanes que lidian con 5875 cosas a la vez.

Algunas cargas las buscamos, hasta las deseamos, pero no por eso dejan de pesar, como esa carrera que te ata con pilas para leer, el laburo tan esperado que consume tu vida social o ese master que en verdad no deberías hacer justo ahora. En lo personal es lo mismo. Cargamos con un embarazo, y la cosa se pone literal. Cargamos con la salud de un pariente, con esa amiga que se queja de cada elección amorosa o con el mal humor de tu pareja, que a veces querés matar.

Pero la "carga" también debería connotar algo positivo. Porque acarreamos las valijas después de un viaje; la cabeza, llena de recuerdos de la infancia o del primer amor; cargamos con los pies ampollados después de una noche de baile o el estómago explotado después de un buen festín. Si sos cristiano, ni hace falta que mencione el simbolismo de la Cruz...

Pienso en la carga y me pregunto: ¿cuándo cargar -con lo propio o lo ajeno-, y cuándo soltar? Es paradójico pero, a veces, hacernos cargo de las cargas nos hace sentirnos más livianos. Porque no hay nada que pese más que la culpa. Pero otras veces hay que soltar, por un tema de salud física o emocional.

¿Quién me ayuda a cargar? ¿A quién ayudo yo? Hablando de ayuda: ¿la pido, o hago todo sola y me quejo? Hay gente que detecta cuándo necesitamos una mano, pero otros no, y parte del aprendizaje es saber PEDIR.

El martes, mi hermano de 18 (léase: edad que se supone de adolescente total), me vio abrumada con mi lista de cosas para hacer. Aunque él tenía feriado, me dijo: "Dejá. Yo te llevo al centro así no manejás. Pongo balizas mientras vas al banco y juntos empezamos la mudanza". Y lo hizo con una sonrisa, de todo corazón. Porque ayudar, para después pasar factura, no es la cuestión...

Entre todo lo que mudamos está este bolso de @bolsondeviaje. Ahora, cuando lo vea, me voy a acordar de ese martes en que, gracias a mi hermano, mis hombros estuvieron más livianos (y mi cabeza, ni hablar). Me va a remitir a su ejemplo, y ojalá pueda aprender...


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