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¡Viva la amistad!



Si estás recién de novia, no te olvides de ellas. Las que te acompañaron en tantas noches de charlas, mientras intentabas descifrar cuál es el problema del hombre contemporáneo. Las que, mientras catabas los sapos que derivaron en tu príncipe actual, lloraron con vos y las que, tiempo después, rieron a coro al recordar que habías derramado lágrimas por semejante pelmazo.

Ellas, las que supieron aconsejarte sin obsecuencias cuando vieron que la rompecorazones eras vos. Las que te entienden cuando planteás que tu idea de sábado ideal a veces no implica más que juntarse a la hora del té. Las que comparten sus secretos para triunfar –o al menos, intentarlo– en esta bella pero dura odisea de ser mujer, y las que saben alegrarse con cada logro personal o profesional.Ay, qué lindo es dedicar todos los días de la semana a tu novio, especialmente en la etapa rosa en que no podés ni querés despegarte de él. ¡Está perfecto, y es sano, disfrutar de esa etapa! Nadie dice que no. Además, ya somos grandes… Eso de estar con tus amigas 24/7 ya no es tan fácil como antes; y, desde ya, la amistad tampoco pasa por acompañar a tu amiga soltera a bares y boliches todos los sábados. Pero encontrá la forma de ESTAR, porque la contención de la amistad no la reemplaza ni el mayor de los amores de tu vida y creo, con firmeza, que las mujeres más sabias son las que han sabido hacerse de una buena red de afectos y contención.

Si estás frustrada porque la que solía dedicarte toda su atención ahora está recién casada o de novia y el tiempo que compartían juntas cambió, tené paciencia. Ya va a volver. Quizás, de otra forma; a compartir otros programas y temas de conversación. Entendela y alegrate por la realidad que vive cada una.

¿Mi tip? No importa qué edad tengas: siempre estate abierta a nuevas amistades. Cuando corté con un novio a los 27, más que por el gomazo que me había sacado de encima me deprimí al ver a mis antiguas aliadas de novias. Decidí, entonces, retomar viejas amistades que tenía relegadas… y hacerme otras nuevas. A todas ellas las mantengo hasta el día de hoy y rescato como lo mejor que me dio ese impasse de soltería.

A la vez, digo GRACIAS, VIDA cada vez que me sorprende con nuevas compañeras de ruta. Ahora que me toca viajar con mi marido cual nómade por allí, agradezco la nueva red femenina que supe tejer, porque ellas hacen que cada viaje valga la pena y se tiña de otro color. Es que, después de un tiempito, la novedad de estar afuera deja de ser tan novedosa y, al menos yo, extraño mi tribu (¡qué buena palabra! ¿no?), el tener amigas a la vuelta de la esquina… sean argentinas o extranjeras, aquellas con las que hablás un lenguaje de valores y códigos en común.

Y, ¿quién sabe? Quizás este espacio también sirva para reconectarme con amigas que están a varios charcos de por medio o, ¡mejor aún!, para presentarme nuevas, que llegarán en un delicioso modo virtual. A todo eso digo: ¡salud!


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