Hace poco, me entrevistó Guido Martinez para un vivo de @radiomitre. Nos dimos una panzada literaria, charlamos de todo un poco, y él me recomendó El fin de la aventura, deGrahamGreene, que es de esos autores que hacen todo bien.
En especial, me lo recomendó a colación del inicio de la novela, que dice así: "Una historia no tiene ni principio ni fin: uno elige arbitrariamente un momento de la experiencia desde el cual mirar hacia delante o hacia atrás". Da para pensar ¿no?
Pero El fin de la aventura no destaca solo por su comienzo. Esta es, para muchos (como Vargas Llosa) su mejor novela, y de las más autobiográficas.
Greene se inspira en las convenciones de la ficción romántica pero trasciende el género. No voy a spoilear, solo adelantarlas que registra, con minucia, las luces y sombras de las relaciones sentimentales. Versa sobre el deseo, la fe, la pasión, los celos y las líneas -no tan delgadas- entre el odio y el amor.
El autor maneja, por primera vez en esta novela, la primera persona. Sus personajes llegan a una ambiguedad moral que los dota de una realidad en tres dimensiones. La historia no es lineal sino que está plagada de flashbacks, aludiendo en parte a la cita del comienzo.
Algo interesante a destacar de Greene es que es un autor que supo conjugar popularidad y calidad literaria, dos categorías que a veces se proponen como opuestas, cuando no lo son. La contradicción entre masividad y valor literario me resulta absurda. No digo que todo lo masivo sea bueno, pero sí que puede llegar a serlo (esto, que suena un tanto obvio, para muchos académicos no lo es).
¿Algunos datos de color de Greene? Su madre era prima de Robert Louis Stevenson; a su amante, Catherine Walston, dedicó, bajo las siglas “A C.”, la novela de la que hablamos hoy, y a Victoria Ocampo, El cónsul honorario. Fue espía part-time desde la Segunda Guerra Mundial hasta su muerte y un viajero empedernido.
Para cerrar, les cuento que esta historia fue llevada al cine dos veces, la última en 1999 con Julianna Moore. No la vi todavía. ¿Y vos? Contame, y me interesa saber también si ya leíste a Greene.
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