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Sweet Tooth de Ian McEwan


McEwan: sos un capo del arte de la novela, y no hay con qué darle. Si sos fan de este autor quizás ya sepas que podemos dividir a su obra en dos periodos; sus trabajos más tempranos para muchos tienden a lo macabro y la perversidad, mientras que al haber cumplido 50, el autor parece haberse volcado a ficción histórica (Atonement, On Chesil Beach) y ficción contemporánea (Solar, Saturday) menos oscura.

Pero lo que no falta, en casi ninguno de los casos, es la banalidad del mal.

Ya lo dijo el escritor: “He cambiado, obviamente. No se es la misma persona a los 65 años que a los 20. Es cierto que mis primeras novelas eran muy oscuras, pero espero haber preservado la intensidad de mi escritura. Ahora me interesa más el color, y quizás me he vuelto más humano y más capaz de perdonar. Uno se percata de lo maravillosa que es la gente, lo débil que es, lo estúpida, cruel, creo que mi ficción se ha vuelto más expansiva”.

Su novela Sweet Tooth (la conseguís en castellano: Operación Dulce) claramente corresponde a un McEwan maduro, cómico, entretenido e inteligente. La novela versa sobre el espionaje de la Guerra Fría sin un ápice de violencia. Y es que, su verdadero tema no es el espionaje -argumentan algunos que se burla un poco del género- sino los límites tan difusos entre lo imaginario y lo real, dando lugar a grandes espacios para la metaficción, sin caer en pedantería ni esnobismos.

En este relato, McEwan (para muchos, el escritor nacional inglés) nos lleva a la Londres de los años 70, ciudad aún atormentada por huelgas mineras y el terrorismo del IRA. La novela escenifica una realidad poco conocida: cómo la CIA promocionaba los valores del capitalismo subvencionando a artistas y escritores.

Cabe destacar que en Sweet Tooth no falta una gran historia de amor, que tendrá mucho de pasión, admiración, traición y muchas otras on.

Ya lo dijo la crítica británica: la novela se parece a una muñeca rusa, que esconde muchas otras novelas dentro de sí.


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