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Orgullo y prejuicio


Esta foto la saqué en mi librería preferida de Bath, ciudad donde Jane Austen ambientó obras como Northanger Abbey y Persuasion y vivió entre 1801 y 1806.

La cultura popular le debe TANTO a la querida Jane... ¿O de dónde te pensás que salió el nombre de Darcy, el pretendiente de Bridget Jones?

Cuando leí por primera vez Orgullo y prejuicio pensé: yo quiero eso; ese amor que se tienen Elizabeth y Mr. Darcy. Esa relación pícara, picante, cómplice y desafiante. Esa tensión que se da entre dos que, amén de su atracción, se saben pares en lo intelectual.

Durante muchísimo tiempo se vio a Austen como aquella autora que solamente hablaba acerca de banalidades como el matrimonio y las buenas costumbres; pero cada vez más se la reivindica como una de las precursoras del feminismo. En la mayoría de sus obras Austen cuestiona el papel de la mujer de su tiempo y la concepción que de ella tenía la sociedad. Un claro ejemplo se halla en Orgullo y prejuicio. La figura de Elizabeth Bennet, quizás su personaje más memorable, puede ser vista como una mujer que decide y piensa por sí sola: no solo tiene opiniones -muy- elocuentes que no teme en esconder, sino que, más allá de que se case, lo curioso es que lo hace con el hombre que ELLA quiere, por decisión propia. Esto, que hoy puede sonar obvio, en la época se daba rara vez.

Además de los personajes feministas de Austen, podemos verla a ella misma como tal. No nos olvidemos que ser una escritora en los días en que la autora de Sense and Sensibility lo fue era un mérito en sí...


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