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Cómo conseguir lo que querés



Lograr que tu marinovio te dé lo que le pedís es todo un arte que no cualquiera domina. Ansiosas, pedigüeñas, a veces por cómo encaramos la empresa somos las primeras enemigas de nuestros objetivos. Como ya he contado en otras ocasiones, en casa me dicen "taladro humano": cuando algo se me pone entre ceja y ceja, la puedo quemar. Pero, cuando la meta es más difìcil de lograr, sé que hay que acudir a métodos más sutiles de convencimiento; si vamos de lleno con los tacones de punta, corremos el riesgo de generar el efecto contrario y que nuestro +1 se bloquee. Primera aclaración: el objeto de deseo que nos desvela puede ser de diversa magnitud. Un viaje, un hijo, una salida a tal restaurant, casamiento, un perro... Segunda aclaración: dejemos de lado objeciones obvias como que 1) hay metas que podés conseguir vos sola 2) si tenés que implorar el casamiento quizás sea un indicio de que la cosa no va. Hechas estas salvedades, comparto un truco que me enseñó mi madre y que, al menos a mí, me da grandes resultados. Cuando quieran conseguir algo, pidan otro algo mucho más descabellado. La otra parte se indigna ante nuestro pedido. Les parece ridículo y dicen que no. Entonces, cuando, con el tiempo, les planteás esa otra cosa, aquello que en verdad querés... ya están curados de espanto y es más fácil robarles el sí. Por ejemplo: querés un perro. Le decís a tu marinovio: “Querido, quiero un hijo”. “¿Pero cómo, fulanita, si habíamos dicho que cerrábamos la fábrica en tres?”. “Bueno, cambié de opinión. Quiero uno más¨. Sostenés la farsa un par de días. Punto clave: hay que bancársela. Cara de piedra y férrea voluntad. Afilar las dotes de actuación. Cuando, después de todo el escándalo, decís: "Ok, el hijo no... pero un perro…", todo indica que tu pareja va a decir que sí, con tal de sacarte la otra idea descabellada de los sesos. Otro escenario. Querés un viaje a Italia. Planteás: quiero ir a Alaska. En invierno. Ya averigué. Los pasajes salen 5000 dólares por persona y hay que hacer cuatro escalas. “¿Estás loca?”, te va a decir tu chico. Vos, carita de ofendida. Silencio y a otra cosa. A la semana tirás un, ¨estuve pensando.. creo que tenes razón... Alaska es medio lejos y el pasaje es carísimo... Italia en cambio es mas cerca... ¿no?". "Claro, es más cerca", seguriá él la conversación y, casi sin darse cuenta, tu querido ya estará nombrando el destino que tenías en mente desde un primer momento. Pusiste el tema sobre la mesa y desde ahí es más fácil negociar. Si te parece que esta estrategia es boba y no da resultados, te invito a que la pruebes. Después me contás.


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